(“Me duelen los brazos por no tener a quién abrazar…” – Irene Donn)
Sé que duelen los brazos
vacíos de ternura,
como ramas de un árbol
con nidos que ya fueron…
Amanecer sin trinos…
Crepúsculo en silencio…
No regresa el abrazo
que se fue con el viento
y el otoño se instala
pasivo y permanente…
Sé que duelen los brazos.
Tal vez, es solamente a nivel de corteza;
porque la piel que sufre
es sólo piel-madera
que acusa las heridas
y el castigo del tiempo.
Pero la savia-sangre
que fluye entre las venas,
que averigua rincones
sin saber el color de alegrías o penas,
nos mantendrá despiertos
hasta llegar al día del abrazo infinito…
Sé que duelen los brazos
y seguirán doliendo,
cargados o vacíos.
Porque el amor es eso:
dolor en el silencio,
dolor en el olvido
y dolor en el peso de cargar con los frutos,
que entrelazando abrazos,
nos regaló la Vida.
Irma Droz-