Gran parte de la tarea cotidiana del médico se realiza en el consultorio, un ámbito al que el paciente concurre por sus propios medios y, en la mayoría de los casos, según su libre albedrío. Las habilidades con las que cuenta el médico para desarrollar su trabajo son diversas y muchas de ellas son definidas como herramientas técnicas porque están asociadas a un conocimiento en particular que puede transmitirse en la Facultad de Medicina, en los libros, en cursos y en la literatura médica.
Sin embargo, todo médico, a medida que va transitando su camino e interactuando con sus pacientes, aprende que las herramientas que utiliza en su práctica están impregnadas por la subjetividad, la experiencia y el contexto. Aparece aquí un saber más difícil de transmitir, más gestual, tal vez más musical. Aparece, entonces, el intersticio, un espacio que se muestra y que a la vez se oculta, una brecha imprecisa, sin bordes definidos, pero muy rica en cuanto a lo que sucede dentro de ella; un lugar que define, de algún modo, la singularidad del encuentro entre un médico y un paciente.
En este libro, el autor, un médico de familia, nos invita a pensar que el abordaje del intersticio también puede ser una herramienta técnica y que en la clínica se ponen en juego aspectos reales y ficcionales, en otras palabras, que la clínica también puede ser imaginaria. (delhospital ediciones)
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