Grabadas en nostalgia sepia,
viejas flores amarillas
descansan en el tiempo.
de amores y pasiones.
Amarillas fueron las tardes
de nubes trashumantes
que pasaron insultando al sol.
Amarilla fue tu música,
que endulzaba el escenario de octubre.
Afuera, las sirenas. Eran ellos.
Buscaban retazos de nosotros,
que moríamos en el miedo.
Botas en el asfalto,
uniformes y caballos.
Amarillo el Colón y sus itakas,
amarillo nuestro amor
y el canto de las tribunas lejanas.
De noche la avenida Corrientes
nos regresaba al viejo bar,
mancillado como todos
por los temibles lobos.
Desencuentro; no coincidencia.
Alguien movió con error el enorme barco,
naufragándonos a todos en el océano
de las cosas que no fueron.
Cecilia Bigetti-