En un tiempo de arrabales
y perdidas callejuelas,
entre brumas de la tarde
las horas se hacían pequeñas,
y el mate se entibiaba
acunado por las manos
que cansadas se rendían,
en aleteo de pájaros.
Al envolverme la noche,
surgió un silbido lejano,
su melodía ocupaba
mi esperanza de arcanos.
Aguijones mi cabeza
En recuerdos se partía,
Y fue tu perfume, promesa,
De una brisa de caricias.
Haidé Daiban-