Después de la música tardía, del pez tardío,
del instrumento con sordina ante los relámpagos,
del verbo visto como mera osamenta,
de la primera y última puertas con cerrojo,
de la orilla temprano clausurada,
del único ojo ciego, del exilio del testigo
hacia cuanto, desnudo, cabe en un puño,
de la desesperada maniobra del ave
ante la cercanía de la tormenta,
de una cama tendida, plantada
a orillas de un mar extenso e inmóvil;
y después también de aquello
que no se decide entre amar o matar,
de la desilusión del orfebre,
del extravío del mercurio en su camino hacia la Obra,
de la pregunta escrita con tiza,
de la respuesta sepultada,
del carbón y del abrojo,
del salario pagado con resina…
un cosquilleo en la planta del pie,
justo cuando parece cerrarse todo fuego y toda alabanza,
eso que otros sentirán nimio, sin importancia,
me sostiene y me salva.
Poema inédito
Carlos Barbarito-