Milagroso puente que une lo imperceptible con la interioridad.
Mágico, sin explicaciones, ni argumentos valederos…
Como de una galera, las percepciones, aparecen y toman vida nuevamente.
Cuenco que contiene los deseos más intensos.
Espacio de intersección entre presencias intactas y vivencias guardadas.
Eslabón de encuentro inesperado y sublime.
Allí toman forma la ternura olvidada,
el amparo prometido y la tenue mirada.
Se desvanecen, a su luz, los pesares, que incisivos, alertan temores.
Brisa suave que inunda de aromas y refresca los aires de otros tiempos.
Graciela Di Laudo-