Otro sábado más, pero no llueve;
(me alimento el alma con el agua)
y como siempre, solo, puertas adentro de mi casa…
Me miro en el espejo,
el mismo espejo que reflejó tu cara
y el recuerdo de los días antiguos
transita desde el labio a la palabra.
En dónde estás ahora,
en qué dimensión, dime, te guardas,
qué muro inaccesible te separa de los días de ayer
cuando tu paso menudo transitaba la casa,
cuando la mesa grande
convocaba a la pitanza diaria,
cuando no había sillas vacías ni rincones sin sol,
ni las hojas amarillas, desnudando las plantas.
En dónde estás ahora, ¿dónde te guardas?
mis manos extendidas y mi voz no te alcanzan
para decirte de nuevo, ¡no te vayas!
Otro sábado más, pero no llueve
y como siempre, solo aquí en la casa,
porque en la prisa tuya por marcharte
olvidaste dejarme tu nueva dirección cuando te vayas…
Gustavo Córdoba-