Me gustan
las calles oscuras
porque alimentan
las falsas esperanzas
de que al atravesarlas
no vaya a suceder
nada.
Lo mejor de la noche
es conseguir
volver a casa.
Lo peor
es llegar a casa
solo.
La otra noche
me atracó un tipo
que parecía
rehuir la muerte
con escasa
habilidad.
Le di cuanto tenía
sin objeción.
A condición,
eso sí,
de que me acompañara
al portal.
Prefería a un atracador
antes que a una asesina.
Habría sido el crimen
perfecto.
Porque la soledad
no deja huellas
de sus actos.
Héctor Álvarez-