¿Recuerdas?
Cuando tú
la acercabas al oído…
aquel fragor vital, vertiginoso
del alma de los mares.
¡Qué pequeño era el mundo!
Qué inmensa nuestra estancia…
¿Recuerdas?
Cualquier rincón de casa,
insospechado…
Aquel intenso océano de abrazos.
El color enardecido de los besos.
El eco trepidante de la carne.
Se encendía la casa.
¡Se encendía la vida!
Mujer.
Te espero en el perfil acantilado
de mi impaciente ser crepuscular.
Mujer.
Habitante feliz de las estrellas…
De ausencias imposibles.
Jesús Sahuquillo Amoraga-