Todos partimos de algún lado
a desandar los sombríos
rincones
oliendo a destierro
con la camisa cansada
nos duelen los relámpagos
en los ojos
y el amanecer queda lejos
y el camino emociona
y las penumbras se estiran
como sueños.
En el andar hay risas
y hay sangre
y hay hombres de manos
sospechosas
y huellas profundas
en la piel
y sollozos de pájaros
y calles de luna abismal
y de un espanto sucio
en el olvido.
Todos partimos de algún lado
con el íntimo deseo
de cerrar el círculo
que ha llenado nuestro corazón
de palabras.
Ahora
Ahora
que mi cuerpo
está desnudo de tus manos.
Ahora
que mis ojos
no ven el deseo que lleva
el viento.
Ahora
que mis besos
despedazan el tiempo
a empujones.
Ahora
sin sosiego
mi corazón distraído
no canta.
Delgados vientos
Delgados vientos de la desesperación
pasan
y llevan a los rincones
los últimos despojos
de mí.
El aire de la siesta
trae lejanas voces
y no hay caballo veloz
ni pasado capaz
de tolerar la abierta
llama de la tarde.
Voy con el dorado rostro
donde el otoño
se oxida
buscando una única
y solitaria ternura.
Tal vez lo mejor sea
desandar el agua
porque el sucio olvido
espanta.
Carlos Norberto Carbone-