Quizá las cosas guardan un solitario nombre
y un llamado esperado en la estación tardía
cuando tu imagen veo bajo un árbol frondoso
e inquieta la memoria desecha cada olvido.
Pero hasta hoy ofrece su castidad la luz
en este año incipiente de lluvias jubilosas.
Es así el movimiento encerrado en la vida
al negar el apremio de algún dios disoluto.
Y es un misterio el aire y el planeo de un pájaro
en esta latitud donde se acaba el mundo.
Las noches se suceden hastiadas del verano
y complacidas rondan las horas de molicie.
Y el limonero allí y el cielo que contempla
maravillado el paso de los días de infancia.
Julio Bepré-