Con el pobre corazón
en vilo seguía buscando
algún signo de vida
entre la nevisca
y los últimos escombros
-pude salvar apenas
palabras como ciervos
huyendo a los remotos
mundos de lo Abierto-
como piedras fueron
volando las palabras
y con ellas el ciclo
de la noche y la luz
vertical de los años
y lo dicho en el yermo
del pasado y el espacio luego
donde corre o ha corrido
el humo de todo lo que arde.
Flotando bajo las aguas
de estrellas milenarias
un súbito temblor de la tierra
en caída libre hubo
al vacío innumerable.
Y así la negra manzana del mundo
podrida hasta el fondo.
Alejandro Drewes-