Y es la memoria
la que quiere que yo esté
más o menos conocido o determinante.
Hay recuerdos que vuelven
–así un conejo a su madriguera –
y otros… que se han perdido
contra la desolación.
Ayer precisamente me visitó un cerebro
lleno de utopías,
no sé,
se lo atribuyo a Dios,
a Ernesto Che Guevara,
a uno que se ha atiborrado de güisqui
en la privilegiada esquina de la paráfrasis del grito.
Hay cielos –y heridas para postre –.
Hay caminos que acaban de empezar.
Hay poemas que precipitadamente han estropeado
sus circunstancias.
Hay Daríos rimbaudianos que ya se han separado del
Tiempo.
Oswaldo Roses-