Poemas

II

Padre, ahora que necesito de tu voz

has partido. Sólo desconcierto indolente.

La amada me pide que te busque.

Me dice que la ausencia desvela al corazón perdido.

Dejaste la bruma,

la soledad que cuida su secreto,

el verso de amor y de experiencia.

Un consuelo que transita dormido

y ciñe el gozo en el orden de los días.

¿Qué hago, padre, ahora

que tienes la cabeza reclinada,

oculta en una barca fenicia,

inmemorial,

entre tanta hipocresía y palabras inútiles?

 

Carlos Penelas-

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *