Mi encuentro con René.
A René Favaloro.
Me fui arrimando
(como hace el viento)
de zapatillas blancas
sin cordones
con la cara lavada
cual invierno sin rosas
y las rodillas duras
del frío mañanero.
Vos te quedaste mirando
con tus ojos de ensueño,
preguntando:
¿No quedan calles
con adoquines de barrio?
El encuentro fue uno más
el de todos los días
en la parada gris,
-la de cara lavada-
con lamentos de estrellas
y reclamos al aire.
Porque nadie se hace cargo
de lo que dijo René
ni de su mensaje.
Eso ya lo sabés
-Eso fue siempre así-
desde todos los tiempos.
Jorge Omar Hermiaga-