Sabes una cosa,
cada vez que vuelvo a ti,
me recibes y me acaricias
con esa brisa que
espanta penas y cansancios,
que me hace olvidar
problemas, enfermedades,
todo,
por eso disfruto de ti,
y trato de recordar
a una persona muy parecida a ti,
que me acaricia y me sonríe igual,
¿pero no sé quién es?
Tú te enojas conmigo y con todos,
por ensuciarte, por no cuidarte,
nos castigas con las olas
y las marejadas estruendosas
que a veces nos hace temblar,
y a veces nos haces reír;
gracias a nuestra porfía
nos has castigado
con tsunamis y tormentas,
y yo sigo imaginando
¿a quién me recuerdas?
Al final,
sigues siendo por siempre
esa esposa, hija, madre, hermana
y amigas que me aman
como la vida me ha enseñado a amar.
Quisiera seguirte alabando,
agradeciendo tu amor y tu amistad,
a pesar de tus enojos justificables
te daré gracias por siempre,
porque a pesar de todo
nos quieres.
Adiós playa querida,
Ah, ya se a quién me recuerdas,
por eso me voy,
en casa me está esperando
MAMÁ.
Ricardo Ponce Castillo-