El punto de partida de la novela es el traslado de Kazuko junto a su madre enferma a un pueblo rural de la península de Izu. Tras la guerra, la familia está arruinada y tiene que vender su mansión de Tokio y empezar una vida en el campo. La frágil calma que empiezan a construir ambas mujeres en su casa baja de madera se verá alterada al regresar el hermano de Kazuko: desaparecido en el frente y ahora adicto al opio, al alcohol y con numerosas deudas.
Lejos de quedarse en el mero autorretrato, el autor describe también el Japón de su época, la sensación de derrota personal y moral que sufrió después de la II Guerra Mundial, la diferencia entre una generación que miraba al pasado con nostalgia y otra más joven que hará todo lo posible, por desesperado que sea, para mantenerse en pie. Con estos ingredientes, lógicamente Dazai construye una novela triste y a ratos desoladora, pero con pinceladas de belleza. Como una sonrisa evaporándose en plena noche. Esta técnica es habitual del autor y aquí la utiliza con la libertad de que la narradora del libro sea la ingenua pero tenaz Kazuko. (Distribuidora Waldhuter)
Previo 10 de julio de 2019
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