Ella se aleja del continuo simulacro.
De quienes insisten en un grito espeluznante
pero no dicen nada.
Quienes ignoran el silencio inexorable
que emanarán sus lápidas.
Ella es tan suave,
tan frágil, tan luminosa
que me hace casi sollozar
con sólo recordarla.
Ella me ofrece dulcemente su candor,
su intimidad, un viaje,
una manzana.
Ella me acerca en sus dos manos
porque sí
su precioso corazón invaluable.
Damián Andreñuk-