María Sola llega con un libro de relatos que sorprende en su combinación de potencia y brevedad. Universos e imaginarios donde el realismo es vulnerado por el extrañamiento y le hace lugar a lo fantástico.
La autora se formó con Alberto Laiseca y fue compañera, entre otros, de Selva Almada, quien escribió para la contratapa: “¡Usted es una genia!, rugía Laiseca cada vez que María Sola terminaba de leer alguno de sus relatos en el grupo de taller que compartimos entre 2013 y 2014, un par de años antes de su muerte.
María había llegado con unos pocos relatos en una carpeta: algunos muy breves, pinceladas sutiles que dejaban adivinar pequeñas escenas inconclusas, como si estuviéramos espiando a través de una cortina o tratáramos de escuchar la conversación de los vecinos apoyando un vaso contra la pared. Otros un poco más extensos, rozando el género fantástico o, mejor dicho, la narración desenfocada.
Durante dos años vimos cómo su carpeta iba creciendo al ritmo de su trabajo, cómo la sensibilidad de María Sola, eso que Laiseca llama genio, nos iba atrapando, envolviendo como un hilo invisible. La carpeta ahora devino en este precioso libro de relatos, Mujer deshabitada. Seguramente, más de una vez en la lectura, ustedes también levantarán la vista de la página y dirán: María, usted es una genia”. (Editorial Muerde Muertos)