A veces me alcanza la serpiente
casi llegando a la ristra
en los arañazos de la vida.
Y ahí estás vos esperándome
con tu manera de ser viento,
de volverte risa,
frescura de río, caricia de begonia
en ese herbario
para el que el tiempo es un ladino
con brazos de eunuco y cimitarra.
A veces sondeo dentro del espejo,
en el infinito,
choco con el lado negro,
me dejo atrapar por el misterio.
Y tu voz está ahí llamándome
al lado blanco de la vida.
Vuelve la calma al río.
La luna despliega a un lado
sus sábanas de nimbos
oscuras crestas que se lleva el río.
Nos abrazamos, juntamos los espejos rotos
Ellos se vuelven cielo,
vuelo de pájaros,
navíos.
Mirta Sema-