A Fernanda, mi hija
Que linda estas ahí parada
a un costado de la tarde, mirando el verano
mientras suelta su áspero perfume la lantana
en abanicos grises se abren las hojas de los álamos
Persiguen tus ojos la huella azul de un pájaro
rumbo al Este donde la luna es a veces grande, colorada
Que negro tu pelo para este otoño de confundidas hojas que se marchan,
se arrodillan algunas junto al cuerpo desnudo de las plantas
y caen del tarco extraños peces esparciendo en la tierra sus escamas
Que blancas y desafiantes tus manos
no le temen al frío, se burlan de las heladas,
Afuera la noche se agranda
después claro silencio,
primera mirada en el alba
Que hermosa tu sonrisa
esperando la extensa primavera,
estallido verde de volcánicas semillas
avalancha de pétalos de ardiente lava
Y mágico el eucaliptus suelta trompos de sus ramas
El viento trae a los patios la risa morada de un árbol
de menta y laurel al aire
Callada
las palabras se te hacen cada vez más lejanas
imposible de alcanzarlas
Que linda estas ahí parada a un costado de la tarde
Con las cuatro estaciones en la mirada.
Susana Uda de Dellepiane-