Consternada la rosa
ve pasar el otoño.
Fugaces ayeres declinan
y la memoria de soles
en la clepsidra
huye.
Ciñe el espanto su corazón devastado
como un pájaro mudo.
La rosa sueña.
Presiente apenas su inconclusa existencia.
La noche circunscribe
su perfil.
La turbia palidez
lastima
la oscuridad que avanza
en aguijones de sombra.
Desvaría la rosa.
Sueña ser luz y seduce a la noche siendo aroma.
Reticente, la rosa
soslaya un nuevo amanecer
La subyugan
libélulas errantes. Su giro intemporal
enrostra al viento que la incita
y despoja.
Insomne, se ensimisma
en ajenos ensueños,
como una flor del agua.
La rosa, alucinada,
olvida que es tan sólo memoria de una rosa.
Norah Scarpa Filsinger-