Evadíamos el final
y así nunca empezamos
sin que hubiera un principio
se evitaba acabar.
Las miradas desnudas
sabían del futuro
semejante a un pasado
de pérdida segura.
En aquellos trazos
y retales de nosotros
venció nuestra invención
y lo poco que teníamos.
Quizás podamos decir
que bordeamos el cielo
y que no entramos porque
un destino cruel así lo decidió.
Áurea L. López Quiles-