Salome pidió la cabeza de un Santo,
Juan el bautista precursor de Cristo,
danzando voluptuosamente por la muerte
obtendrá en una bandeja lo sagrado.
Uno a uno fueron cayendo los velos,
primero el de la lujuria, luego la codicia
le sucedieron la ambición, la venganza,
la injusticia, la desvergüenza, el deshonor.
La espalda de satén se arqueaba,
la luz en su cabello destellaba,
el vientre palpitaba ondulante,
levitaban las pequeñas manos,
mientras los pies en su danzar
eran mariposas encantadas.
Cayeron los siete velos de la princesa
el publico aplaudía enardecido
gritaban :-que se desnude, falta un velo.
En un arqueo de serpiente alada
sorprendió encontrar un negro velo
y al ritmo de diabólicos tambores
cayó el octavo tenebroso velo
se extendió sobre las siete gasas
y el ODIO cobró su Santa presa.
Valeria Azul-