En las noches de lágrimas
maduran nuestras almas;
bajo la luz del llanto
nos es dado palpar las intangibles
paredes de distancia entre las vidas.
Sólo en noches de lágrimas
nos es dada la gracia
de encontrar el matiz de los silencios
y los colores de la sombra.
Sólo en noches de lágrimas
los seres que ya han muerto, nos consuelan;
los que nos dejaron, nos reclaman,
y nos pide perdón lo que no ha sido.
Sólo en noches de lágrimas
los que se aman, saben que se aman;
el lecho no es ya bosque de caricias
sino blanco mantel de comuniones.
Una noche de lágrima aclara
el mar en tempestad de la vigilia,
y vemos de recónditas esquinas
cada cosa adquirir su propio nombre.
En el llanto de amor nos conocemos
más que en todos los besos de la dicha.
Yolanda Bedregal-