Otro domingo perdido
en fulgurante penumbra
como lluvia de plomo
de su largo exilio cayendo.
Y nada más por decir
a los otros de esta senda
del asco y la nada.
De la vida cansancio;
de haber arrastrado
este cuerpo, esta voz
por los días de los días.
Este nunca saber cansa
y las plegarias entre todo
cansan. Su filosa daga
hunden aquí las palabras
hasta el fondo
de los fondos
de esta infinita
y recurrente
pesadilla.
Alejandro Drewes-
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