Amante fiel del surco
caminante antiguo del valle
peregrino de la siembra,
en ti nacen los sueños de los frutos
madurando la impaciencia de los días.
Simple forjador del esfuerzo
y de tu eterna compañera.
Madre tierra,
hembra fecunda
llena de lunas y soles,
intensa yema que crece
en el vientre virginal de la vida.
Solitario centinela del campo,
hay llagas de oficio maduro
en la amplitud callada
de tus manos.
En tu alma madura
hay un vendaval antiguo de sueños
que fecundan la historia.
Extraño héroe del trabajo,
obstinado soldado bajo la lluvia
incansable soñador de los frutales
alimentando la esencia del surco,
pariendo esfuerzos como leños
llenando de sudores la tierra,
para que la semilla nueva
envuelta en sus misterios
crezca misteriosamente bella.
Hugo Omar Torres-
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