Esa mujer sabe que yo la miro,
vuelve a abrir sus ojos
para éste, su poema favorito.
Yo la quiero impresionar
pero cómo saber si son sus senos o su boca
la humedad con que fluyen estos versos.
Escribo. Sólo escribo
para que sepa ¡qué bien la miro!
invocándola,
decidido así amarla
sin más truco que sus ojos abiertos.
Deja ver si logro también
despertar su sonrisa,
porque me pasaría la vida
mirándola desde esta página,
besándola a todo color.
Leonardo Zapata-
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