Se extiende mi voz,
alfanje hacia su noche,
hiere las máscaras,
se anilla entre los libros
y alumbra como tigre.
Libertad mía de diálogo sin rostros,
¿me escucharás como yo escucho al orbe
ahogarse en un naranjo?
Dibujo el fin y agradezco al maizal
con sus espigas,
si los peces y el canto
viajan hasta mi mesa.
Ya vi borrarse
la sombra de aquel bote
rumbo a mi infancia,
y no trocó el regreso ninguna melodía.
Madero soy a la deriva o en el humo,
sin esa luz de una boda secreta
con el viento y la suerte.
Agustín Labrada Aguilera-