Derribaron el bloque de mala muerte
con sus pequeñas tiendas casi a oscuras
y sus polvorientos mostradores
de pulseras del amor, anillos para la nariz,
cartas del tarot y varitas de incienso,
donde una vez vi a un joven
con la camisa blanca manchada de sangre
soplar en el aire pompas de jabón,
tenía el rostro sereno y hermoso
salvo cuando empezaba a inflar sus mejillas.
Charles Simic-