Porque tal es el rostro del fracaso
que el espejo devuelve ciegamente
aun antes de llegar, dulce y demente,
el último rescoldo del ocaso:
frente de la obsesión y del rechazo,
ojos que sólo vieron lo renuente,
nariz que impide el aire, boca ausente
en su amargo sabor: extraño vaso
a punto de volverse puro hueso:
porque tal es el fin, tal la ceniza
cuyo suave huracán todo lo arrasa,
dejar de letras quise un ramo grueso
que ardiera un poco más donde la brisa
orea la aridez, sonríe y pasa.
Cintio Vitier-