Pasa el cuervo
en el temblor de un pie
rompe un vaso
sobre la colección de mesas.
Es un filme de atolondrados,
por orden cronológico
sobre una casa herida
mandan los retratos.
La mano de la noche planta
la mentira sin cobrarnos.
Baja el tono del dolor
baja la ausencia
de no vernos mirar,
brota la sangre del reloj
tomo unas servilletas y me cubro.
-No encuentro las llaves, la fecha,
la campana de llamar al costurero
que detenga este fluir de cuervos.
Pero en el dorso del vaso
que aún registra el cataclismo
se van rompiendo los tiempos.
María Eugenia Caseiro-