Otra vez frente al confesionario del tiempo.
Lo que rememoro es lento, repetido y pobre.
Vacío y sordo es el vientre de la lengua.
Seca
me deja de palabras.
Sin embargo,
el fondo del ojo reserva algo de la esencia
en la mirada.
El espejo lo sabe y- ¡oh, sorpresa!–
por primera vez no me succiona.
Liliana Chávez-