Las runas conocen la faz de tu vida,
oráculo y ciencia de tu porvenir,
la música sacra que habita en tu alma
que es pan y alimento en un compartir.
Eres, como un arca del conocimiento.
Has acumulado el don del saber.
Mereces medallas, laureles y honores
por tener el arte, el canto en el ser.
Y vas por la vida sembrando el aplauso
con todas las luces de magia estelar;
teniendo una corte de séquito austero,
de amigos y entorno que impulsan tu andar.
Tienes el prestigio, el brillo en tu nombre
y el mote juanesco… te ha dado un cartel.
Amores fugaces… pasiones de un día…
Te ofrecen licores de acíbar, por miel.
Ay… y en esposas, tu prole de harén.
Sembraste en la huella tu noble apellido
y tu gran familia de aquellos hogares
no te dio arrullo, ni pasión de un nido.
Y teniendo tanto eres de por vida
el ávido niño que no tiene edad,
que busca ternura de mimos,
de infancia lejana, de igual soledad.
Por eso reclamas placer a raudales
el amor más grande que pueda existir…
¡¡Te falta!! Y tienes el pecho vacío
y nada en el mundo lo puede suplir.
Tus noches brillantes son solo espejismo.
Tu íntima fibra sabrá que es dolor;
cuando al fin comprendas, que todo, no es nada,
que en vano es la vida sin un gran amor.
Clara Mizrahi-