No sabe respirar
en otro tiempo.
Guarda sólo un compás
de sol y arena.
Lleva su ritmo de caudales
y se mece en azulados tallos.
Sólo sabe respirar
los tibios vientos
de aromas insensatos
que parecen espinas
en la carne.
Sólo puede traerlos
con soles empolvados
y lunas calentadas
al rescoldo del tiempo,
donde nacen hidalgos
los amores de siempre.
Perla Chirino-
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