Celos, envidia, voracidad, trilogía de emociones “negativas” que alimentaron la creación de diez mandamientos y miles de leyes en todo el mundo que ningún poder judicial logra que se cumplan finalmente.
Sentimientos que habitan en el origen de la vida, y en la concepción mítica del mundo que los propios hombres escribieron en los relatos religiosos y en los artísticos. Aún dentro de su oculta simbología en nuestro pasado lejano hay un Caín que mata a un Abel, o un Yago que induce a 0telo al homicidio a través de una calumnia porque desea su puesto, o una madrastra que inútilmente pregunta “espejito, espejito….¿quién es la más linda del reino”? y ante la respuesta que certifica la falta, se instala ella la idea de regalar a su rival una manzana envenenada.
Los celos son afectos constitutivos de nuestras más pequeñas células narcisísticas, y no hay ser viviente que en alguno de los ámbitos de su existencia no los haya sentido alguna vez.
También se nos revelan los celos como ingrediente del amor de pareja y se evidencian de las más diversas maneras (instinto de posesión, temor a la pérdida, fascinación del rival, pulsión de muerte, actos de violencia, o como espuela para el erotismo en un vínculo).
Pero fundamentalmente los celos “imaginarios” o “alucinatorios” son los generadores de conflictos en las parejas, en las familias, en los espacios laborales, y hasta en las contiendas políticas. Hasta se podría decir que dos gerentes de programación de emisoras competidoras hoy mueven el tablero de la grilla de ciclos televisivos para ganar el amor del público, de manera irrespetuosa hacia esos espectadoras, más allá del negocio que los aumentos de ratings puedan ocasionar.
Porque…. en teoría buscamos una definición y un origen de los celos, saciamos nuestra ignorancia hasta conocer la fibra más íntima del monstruo verde de las siete cabezas, pero…¿y luego qué? ¿qué hacemos con ese saber si no podemos lograr una apropiación instrumental que nos ayude a producir un cambio en el aquí y ahora?
A mitigar el sufrimiento del que cela y del que es celado.
El operar sobre los celos es una tarea de aprendizaje, o de cómo diría Enrique Pichón Riviere, de ‘enseñaje’.