El pájaro mimado en una jaula,
es solamente un pobre prisionero
y el amo que le prodiga sus cuidados
no deja de ser su carcelero.
El amo cree que cuando el ave canta,
agradecido expresa su contento,
sin advertir que son lágrimas amargas
las que suelta en sus gorjeos lastimeros.
La bonita mascota en su prisión,
llora por no poder surcar los cielos
porque sus alas quedaron mutiladas
y en magros saltos se convirtió su vuelo.
Sufre al no poder volar de rama en rama
balanceándose con las caricias del viento
y porque el nido que soñara en algún árbol
no albergará nunca a sus polluelos.
¿Acaso la prisión no es para el hombre
lóbrega soledad, tristeza, miedo…?
¿No es también castigo a sus errores,
no es tumba para su dignidad su cautiverio?
Lo mismo que el príncipe nacido en un palacio
que todo lo posee sin ser dueño,
¿no sentirá envidia del humilde plebeyo
porque puede escoger libremente su sendero?
No encierres a los pájaros en jaulas
los creó para ser libres el Dios Supremo,
así como le regaló la libertad al hombre
para que pueda trazar su propio derrotero.
Iris Gladys Blanchard Menéndez-
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