No podía caminar
y en silencio, caminaba.
Las calles de Pontevedra
estrenaban con sus máscaras
el misterio de una noche
que hundiría mi garganta.
Y yo buscaba tu voz
en la fiebre de las aulas.
Aunque temí no encontrarte,
allí perdí la palabra.
No podía caminar
y en silencio, caminaba.
En la rutina de clase
te perdía en mi ventana.
Sé que podía atraparte
aunque tú no me miraras.
Mas no pude, o no quise
y rompí todas tus cartas.
Huí de la facultad;
me oculté de la palabra.
No podía caminar
y en silencio, caminaba.
Llegaban tiempos difíciles
y no veía tu cara.
Ya no había horizonte,
tampoco sueños al alba.
Tu recuerdo estaba en mí,
en mis continuas veladas,
aquellas noches sin luna
donde perdí la palabra.
No podía caminar
y en silencio, caminaba.
David Fernández Rivera-