Apaga la ciudad y deja
esta calle de palabras deslucidas
con sus noches de alfabetos y de moscas
en los tejados un gato
y el chasquido de las sombras
que devoran los últimos despojos
de las líneas que trazamos.
Ya la luz es un recuerdo
donde el claro abanico despuntaba
y el aroma del jazmín
rueda del templo
de una hoja de papel.
Es muy tarde en la ventana
rodeando el cielo de mármol
y las sombras que formamos
se comban de frío en la pared.
María Eugenia Caseiro-