(Para Lara, mi ángel, en el día de su bautismo)
Me duele el amor,
su pronunciación, y grito
en la existencia de mí.
Me duele el desborde
que produce en mi pecho
cuando quiere salirse
y me inhibe la voz.
Me duele en la garganta,
en la saliva, en el aire
y en estas tremendas ganas
de vivir por él.
Me duele cuando nace
en la canción de madrugada,
cuando abro los ojos
o despierto sediento
de su luz de luz.
Me duele hasta los huesos
las carnes, las caricias.
Me duele cuando nombro
su nombre de esperanza,
su pequeña sonrisa
su paz y su candor.
Me duele el amor
que me recorre entero,
porque no puedo amarlo
más allá de él.
Me duele con su ternura
con el dolor de ángel y de promesas,
porque no hay amor más grande
que el que nos consagra “abuelo”.
Víctor Hugo Tissera-
Pingback: 7 de septiembre de 2011 : : Cronica Literaria