De la serie Semblanzas
Como siempre, la ciudad se despierta apurada. Como siempre es tarde, nadie sabe quien se come al tiempo.
Y así es como los jubilados van muy temprano a hacer cola delante de los bancos los días de cobro. No se sabe bien si es por temor de que el dinero no alcance o porque buscan una excusa para tener con quien conversar un rato sobre las calamidades que ocurren a diario, como una forma de exorcizarlas. El castigo por apartarse de las normas establecidas es esperar de pie al aire libre, haga frío, calor o “llueva café”. Ojalá, pero no.
Por alguna razón una vez se quedaron dormidos. Era un día frío y destemplado pero, ¡qué otra cosa se puede esperar en pleno agosto!
Un cliente que solo quería acceder al cajero automático que está en el hall, encontró a una viejecita muy muy mayor, muy muy chiquita, muy consumida, casi nada, aferrada a la puerta del banco para no caerse.
El señor abrió con su tarjeta y la invitó a pasar:
-Señora, falta una hora para que abran. Pase, puede sentarse allí.
Temblando, ella retrocedió.
– No, no. Me van a retar, ellos me dijeron que no.
-¿Quiénes son ellos?
-Los que están allí adentro No, no entro, dijo señalando al personal de seguridad que aguardaba la hora de empezar las operaciones.
El señor golpeó la puerta interior de vidrio y uno de los empleados se acercó.
-Señor, esa señora que está afuera corre grave riesgo de descomponerse. Dice que pidió permiso y se lo negaron. Es un caso de humanidad, haga una excepción.
– No, nadie le dijo nada- contestó el guardia. Que pase.
Agradeciendo, el cliente la invita a pasar pero ella se resiste:
-No, no, me van a retar.
-Señora, han dicho que los disculpe, no la habían visto.
La dejó temblando, sentada en una especie de escalón pero a salvo del frío.
¿Qué lleva a una persona a convertirse en nada? ¿Cómo la habrá tratado la vida para vivir temblando y creyéndose sin derechos, ni aún los de su edad?…
Una historia más, una incógnita más de la gran ciudad que vive apurada.
Noemí Müller-
Para Noemí
Querida amiga como siempre tus palabras acertadas, dando en el blanco y llegando al corazón.
Desde el sur un beso enorme, con cariño Maria Elena