Estar solo es morirse de a ratos
Uno siente el deseo de bajar la cabeza y de desplomarse
De dejarse por unos instantes y no luchar
De abandonarse por el abismo.
Estar solo es salir a caminar sin uno mismo y no poderse hablar
Es no entrar en el juego y en la fantasía de imaginarnos junto a otro.
Es llegar a nuestra casa y no tener a nadie.
Es citar a nuestros personajes y que no aparezcan.
Es poner una música y no escucharla
Es el timbre del teléfono que no suena ni por un llamado equivocado.
Es nuestra puerta silenciosa a la que nadie golpea
Es esa cama por la que nos evadimos
Esa lámpara encendida siempre por nuestras manos
Esa tortura del domingo eterno.
Liliana Marengo-
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