Deberías estar en el perfil de la lluvia
en la memoria del árbol con hojas y alfileres
o en la penumbra azul de un lienzo desolado.
Deberías estar esperando el silencio
contando el infortunio con tus rugosas manos
cuando se diluye en el viento el gemido de la noche.
Pero sigues allí
con el reloj maldiciendo los días del carcelero
con el desacierto consternado de un náufrago en el desierto
mientras tu rostro se nubla, con fingido duelo.
Deberías estar en el exceso del rayo
partiendo veloz en búsqueda del estruendo
cuando todos los cielos están dormidos
y la luz de una cerilla nos transforma en ángeles.
Y ahora, te pregunto ¿aún sigues allí?
Susana Cordisco-