Tengo para contarte
la trémula luz de las mañanas,
el incierto destino que amenaza la sequía
y el raro azul de los ocasos.
Tengo que hablarte algo más de los desiertos,
algunas palabras que en silencio reclamen
en los lánguidos ojos de agua
aquellas sombras que ocultan.
Unas pocas letras que enarbolen la locura.
Tengo que contarte de las especies,
de los rincones del temor y de los miedos;
y nombrar un poco más a los olvidos,
a los tiempos y a los espacios,
y al origen del mundo.
Tengo la obligación
de atravesar la espesura de los designios
e inventarme un nuevo reloj sin números.
Tengo para decirte algo más todavía:
y es este centavo de misterio,
esta luz de fuego,
un alud.
Ricardo Rubio-