No hay aquí sino una luz que te desnuda,
que en mí te hace secreto y además llama;
sólo una como azul que se derrama
en mar de corazón, donde te anuda.
No hay aquí sino un destino que no duda,
decir tal sueño lo que se reclama
de una ilusión, que el infinito entrama
estático y que por amor se muda.
Ese dejo que, a flor, luego germina;
ese calor… a sangre al fluir la tarde;
ese beso cercado, en la colina.
Mientras es beso ya horizonte arde
a nuestra libertad que la encamina
para mañana, Amor, por lo que guarde.
Oswaldo Roses-
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