Pedazos volando por todas partes,
pedazos de carne y alma
algunos, resueltos, cortan,
y otros, cansados e indecisos
no saben qué hacer.
De algo anteriormente unido,
ahora separados por la fuerza,
se definen como puedan
en la fragmentación de su tragedia,
en la necesidad de sobrevivir,
de poder vivir y lamentar algo
por triste que fuere.
Pedazos que dicen
“ahora envejezco solo”.
Que dicen, “ay, Dios”,
que dicen,
“necesito algo en que creer”,
que andan despistados y llorosos,
pero que siguen sonriendo
ante los otros pedazos,
los que también
de igual manera
sufren del descalabro inédito,
de la rotura
de un origen cada vez
más misterioso.
Dean Simpson-